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El Gran Gatsby

Verano de 1922, el joven del medio oeste Nick Carraway se instala en New York, allí entabla relación con sus familiares Daisy y Tom, y con el misterioso multimillonario Jay Gatsby.

 

 Me ha encantado. Me sorprende como una obra tan breve transmita tal intensidad y dramatismo.

 

 La novela es ante todo un canto al amor perdido, a la posibilidad de recuperar el pasado, ese tiempo perdido que lamentablemente nunca vuelve. Gatsby y Daisy tuvieron una relación hace años y Gatsby quiere recuperarla. Adoro a Gatsby y odio a Daisy, creo que nunca amó a Gatsby; mientras que éste todo lo que hace es por ella, por recuperarla. Resulta especialmente emotivo descubrir esto; que la mansión, las fiestas interminables, las relaciones, todo en definitiva es por Daisy. Es un amor que me sobrecoge. Me hizo derramar alguna lágrima la escena que la que Gatsby de noche y sólo en su enorme mansión observa las luces de la casa de Daisy al otro lado de la bahía. Daisy como ya he dicho me resulta odiosa, no siente ni padece, no odia a su marido que la engaña ni creo que ame a Gatsby que la adora. Esta frialdad la observamos en su forma de vestir, siempre de blanco y con un coche blanco, como si fuera un témpano de hielo. Es una muñequita que sólo vive por y para ella, es de un egoísmo absoluto, y como dice el autor :”es una persona desconsiderada, hace añicos las cosas y espera que otros se encarguen de limpiar lo que ella ha ensuciado”.

 La novela es además una lucha entre el este y el oeste,  entre lo viejo y lo nuevo. Por un lado tenemos a Tom y Daisy pertenecientes a la aristocracia y por otro lado al multimillonario hecho a si mismo Jay Gatsby. Esto se ejemplifica en sus lugares de residencia, el West Egg y el East Egg. Ambos forman parte de Long Island pero sus residentes son distintos, los primeros gente corriente, los segundos clase alta. Como punto intermedio aparece el narrador y vecino de Gatsby Nick Carraway.

 

Mansión East Egg  

Mapa de Long Island

 

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