La Feria de las Vanidades
“Un sentimiento de honda melancolía invade al director de escena, que, sentado frente al telón observa la bulliciosa animación de la Feria. En ella se come y se bebe en exceso, se ama y se coquetea, se ríe y se llora, se fuma, se tima, se riñe, se baila y se juega; hay bravucones agresivos, petimetres que comen con los ojos a las damas; rateros al acecho, alguaciles, charlatanes vociferando ante sus barracas y papanatas que miran boquiabiertos mientras los largos dedos les aligeran los bolsillos. Tal es la Feria de las Vanidades.”
¡Qué principio! No cabe esperar las risas que nos esperan tras este genial comienzo. Así es, muchas alegrías conocemos en sus páginas, pero también muchas penas. En esta Feria que es el mundo no todo es risa y jarana, cuando se cierra el telón hasta el payaso llora.
Buenísima novela que nos retrata espléndidamente a la sociedad británica del siglo XIX. Destila fina ironía por los cuatro costados. William M. Thackeray consigue dibujarnos un cuadro de la sociedad de la época, sin caer en la ñoñería ni en el sentimentalismo fácil. Hay escenas desternillantes, sin por caer por ello en el absurdo.
El gran triunfo de la novela es “la mala”, como creo que la llamaré a partir de ahora. He leído, como todos vosotros multitud de novelas, y siempre le he cogido mucha tirria al alter ego del protagonista. Me encantaba cuando llegaba el final y recibía su merecido. Aquí sin en margo es imposible odiar al “malvado”,incluso me gusta más que la heroína. ¡Becky Sharp que mujer! No tiene desperdicio. Es capaz de camelar al más pintado para conseguir sus propósitos. No podemos odiarla; ya que pensamos, crédulamente como todos los que se cruzan con ella, que lo que ha tenido es mala suerte.
Sabía de lo extraordinario de la novela, sin embargo creía que sus méritos se exageraban . He tenido que tragarme mis palabras. La Feria de las Vanidades me ha demostrado que hay ocasiones en las que la fama es altamente merecida. Y que si esta novela ha pasado a la posteridad, es precisamente por su brillantez.
La Feria de las Vanidades
William M. Thackeray
Debolsillo
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